El poder mágico de la alta sensibilidad

Cómo transformarla en tu mayor fortaleza

Una pequeña muestra

El poder mágico de la alta sensibilidad

¿Tienes curiosidad por saber qué te espera? Aquí obtendrás una vista exclusiva de mi nuevo libro. ¡Déjate inspirar y espera más!

Prólogo

Queridos lectores,

Os invito a entrar en el mágico mundo de Elicia. Elicia no es sólo la protagonista de estas historias, sino también mi maravillosa hija. Su gran sensibilidad nos ha llevado a ambas a emprender un viaje extraordinario que, en última instancia, ha dado como resultado este libro.

A través de las conmovedoras historias de Elicia, aprenderás cómo transforma sus supuestas debilidades en impresionantes fortalezas. Ya sea visualizando tormentas, guiando suavemente sus pensamientos como hojas al viento o derribando los muros de la timidez, Elicia nos demuestra que su sensibilidad es algo maravilloso.

Las aventuras de Elicia también ayudan a los lectores a comprender mejor las necesidades especiales de los niños muy sensibles. Ofrecen un apoyo cariñoso para dar a los niños la atención y la comprensión que necesitan.

Este libro es un tesoro de herramientas útiles. Con visualizaciones, ejercicios de respiración, relajación muscular progresiva y técnicas creativas, los niños aprenden a calmarse y a gestionar sus emociones.

Elicia y yo probamos juntos los ejercicios, que no sólo nos proporcionaron un valioso tiempo juntos, sino que también fueron muy divertidos. Pude ver cómo podían ofrecer a Elicia una ayuda directa en una gran variedad de situaciones cotidianas. En realidad, a los dos, porque a veces me sentía perdida y no sabía cómo ayudarla. Ya ha interiorizado completamente los ejercicios y puede utilizarlos de forma independiente siempre que lo necesita. Estoy fascinada por lo segura y tranquila que se ha vuelto.

Espero que las aventuras de Elicia te inspiren y te animen a reconocer tus propios puntos fuertes. Ojalá descubras la magia de la alta sensibilidad a través de estas historias y aprendas a utilizarla en tu propia vida.

¡Feliz lectura!

El poder de la respiración

Érase una vez una niña llamada Elicia que vivía en un pintoresco pueblo al borde de un bosque encantado. Elicia era una niña muy sensible. Podía percibir cosas que los demás no notaban y a menudo sentía que las emociones de la gente y las suyas propias pesaban sobre ella.

Un día, mientras caminaba por el bosque y una vez más sin saber qué hacer con todos sus sentimientos, Elicia descubrió un misterioso claro. Las hojas crujían en las copas de los árboles a su alrededor y muchos pequeños rayos de sol parpadeaban a través de ellas sobre el frondoso musgo verde. A Elicia le encantaba la naturaleza. Corrió hacia los árboles e intentó atrapar los rayos de luz con las palmas de las manos. De pronto vio un búho en la rama que apuntaba hacia a ella. Era la vieja lechuza Cassandra, que la miraba con curiosidad. Elicia había oído hablar mucho de ella. Cassandra sabía hablar y era muy sabia. Sin embargo, sólo hablaba y se mostraba a aquellos que también eran mágicos. El corazón de Elicia latía tan fuerte por la emoción que apenas podía entender a la vieja y sabia lechuza cuando le hablaba.

«A veces», dijo el búho, »tus sentidos pueden abrumarte. Pero, ¿sabes lo que debes hacer en esos momentos?», preguntó el búho con mirada desafiante, moviendo sus grandes ojos oscuros. Elicia negó con la cabeza y devolvió la mirada expectante. El búho levantó la pluma derecha como si señalara algo importante con el dedo índice y dijo: «Cierra los ojos e imagina un lugar tranquilo donde te sientas segura y protegida. Inspira profundamente por la nariz y deja que la calma llene tu cuerpo. Aguanta la respiración y cuenta hasta seis. Luego espira por la boca. Repítelo hasta que te sientas mejor».

Elicia agradeció el buen consejo, pero añadió vacilante: «¿Y si eso no ayuda?». El búho la miró insistentemente y respondió: «¡La alta sensibilidad es tu poder mágico que puede curarte! Y mucho más. ¡Pero sólo funciona si crees firmemente en él! Y lo practicas». Y con estas palabras, el viejo y sabio búho desapareció. Sólo su voz resonó en el bosque: «¡Tienes que creer en ti misma y en tus poderes!».

Elicia estaba encantada. ¿Tenía poderes mágicos? Tenía que probarlos inmediatamente. Siguió el consejo de la sabia lechuza e incorporó el ejercicio a su ritual nocturno. Éste consistía en un largo abrazo con su perro y en contarse mutuamente las tres mejores cosas que habían pasado durante el día con sus padres. Después del beso de buenas noches vino el ejercicio de respiración.

Y ¡he aquí! Funcionó.

Cada vez que Elicia se sentía abrumada por las impresiones que la rodeaban, cuando los sonidos de la ciudad eran demasiado fuertes o sus emociones la agobiaban, se imaginaba sentada en el claro del bosque, rodeada de una luz suave y de la protección del viejo búho. Y entonces, ¡respiró!

La calma la invadió como una ola mágica e inmediatamente se sintió mejor.

Un día, cuando su mejor amiga estaba triste y deprimida, Elicia utilizó su magia para ayudarla. Podía sentir la tristeza de su amiga, igual que sentía la suya propia. Elicia se sentó a su lado, le cogió la mano y empezó a compartir la imagen del claro. «Cierra los ojos -le dijo-. Imagina que estás en un lugar tranquilo. Respira hondo y deja que la calma llene tu cuerpo».

Su amiga siguió las instrucciones de Elicia y, poco a poco, sus lágrimas desaparecieron. Abrazó a Elicia agradecida y dijo con una sonrisa: «Ya me siento mucho mejor».

Elicia estaba orgullosa de sí misma y se dio cuenta de que su alta sensibilidad no era una carga, sino un don. Podía ayudarse a sí misma y a los demás utilizando su poder mágico. Y le encantaba ayudar a los demás.

Genial», pensó Elicia. Seguro que puedo hacer mucho más...